Dufaur: los vecinos hacen una obra de teatro para mostrar su pueblo

REVISTA EL FEDERAL – MI PUEBLO
VISITAMOS DUFAUR, UN BELLO PUEBLO DEL PARTIDO DE SAAVEDRA (BUENOS AIRES) QUE ESTÁ A LOS PIES DEL CORDÓN SERRANO DE LA VENTANIA. UN GRUPO DE VECINOS RECIBE A LOS VISITANTES CON UNA OBRA DE TEATRO QUE RECORRE TODO EL PUEBLO. LEÉ LA NOTA Y CONOCÉ CÓMO SE GESTA LA RECUPERACIÓN DE UNA LOCALIDAD.

Texto y Fotos: Leandro Vesco

Dufaur es un pueblo soñado, la belleza aquí ha tenido tiempo pare crecer y crear el mejor horizonte que se puede pedir: todos los habitantes viven dentro de una postal. El cordón serrano de la Ventania, es el patio de esta localidad que tiene calles arboladas y bulevares que en estos días tienen un colchón de hojas doradas, el viento que baja de los cerros acaricia el pueblo con aire puro. Sus pobladores se han unido para recuperar su historia: reciben a los turistas con una obra de teatro que recorre todo el pueblo.

“En vez de repartirte un folleto, decimos teatralizar nuestra historia para que de paso conozcas el pueblo”, la idea me la transmite Sergio Molina, quien está a cargo de representar el personaje del indio Piñi, quien vivió en un rancho chorizo de barro, que los vecinos recuperaron y donde esta obra de teatro comienza. Poco a poco, los propios vecinos van apareciendo en los principales edificios del pueblo, algunos en las esquinas, todos maquillados y con vestuario. El cura nos recibe en la Iglesia, impecable. Luego unas mujeres están haciendo torta fritas, y un matrimonio las saluda, el tren está por venir y entonces hasta el Tano que lleva el tambor de leche en una carretilla se acercan a la estación.

Las vías del tren de pronto ya no están más vacías, los actores se arriman al andén y la obra de teatro recrea una imagen que se repitió sin cesar en todas nuestras localidades, la de todo el pueblo esperando la aparición del tren, que unió a las familias y traccionó el trabajo y la producción. La obra, luego de recorrer todo el pueblo, termina en el viejo almacén de ramos generales de Don Schulman, y eje fundamental de esta idea brillante, hecha con amor verdadero por la tierra y por el lugar en el mundo que a este pequeño pero inquebrantable grupo le ha tocado en gracia vivir. El almacén, que fue el lugar de encuentro de todo el pueblo, quiere volver a serlo, y cuando se termina la obra, hay una mesa generosa que nos recibe con picadas y dulzuras de campo.

“Queremos darle nuevamente vida a este lugar que tanto nos unió”, cuenta Anabela Cleppe. Lo que llama la atención es cómo los propios pobladores, que ahora dejan sus interpretaciones y se sientan a disfrutar, comienzan a ver las estanterías vacías del almacén y recuerdan -en una remembranza colectiva- cuando estaban llenas. Hay mil anécdotas, y hasta una máquina de hacer café que tiene un siglo, y aún lo sirve. Es un viaje al pasado, pero con una fuerte decisión de abrirse paso a un futuro que huele a turismo rural. Anabela compró el viejo almacén y también el sueño de volver a oír voces y pasos por las gastadas pinoteas del piso, que se hace realidad con la llegada de los visitantes que vienen a descubrir el pueblo más lindo que uno pueda conocer. Aunque la emoción más real y sincera sea la de ver a los vecinos moverse entre el mostrador y el salón, reviviendo anécdotas, recuperando su historia y reforzando su identidad.

Dufaur tiene 200 habitantes, y las sierras. Está ubicado al sur del Partido de Saavedra, es uno zona que mezcla los cerros y la pampa, esta transición lo vuelve un pueblo bendecido por un clima benévolo y un paisaje sublime y armonioso. Los inviernos se sienten, pero el eucalipto medicinal se hierve en todas las cocinas, o en las salamandras y el aroma lleva buenas señales. En su plaza, hay juegos infantiles y una enorme pileta municipal para refrescarse en los veranos mientras la vista se pierde en la inclasificable belleza del valle que finaliza en las sierras. Crecer aquí debe ser una fiesta. En una esquina está el Club Atlético Dufaur, espacio de esparcimiento comunal. Una panadería con horno a leña tiene un convenio con el sabor, y saca panes, facturas y bizcochos que sólo pueden permitirse hornearse en este pueblo idílico. Por lo demás, el pueblo cuenta con todo lo que debe tener un lugar para descansar y pasar horas felices. Caminar en Dufaur es un alimento para la vista que crea una sensación nutritiva para el alma.

El pueblo supo tener uno de los únicos hoteles con calefacción central en Sudamérica. Desde siempre la gente eligió quedarse aquí. Hoy, los vecinos quieren que los turistas regresen. La idea de hacer una obra de teatro partió del grupo Raíces de Campo, que forma parte del equipo de Turismo Rural Sierras y Pampa de Cambio Rural de INTA, coordinado aquí por Marina Monje. El INTA ha creado una red de emprendimientos que potencian la creatividad, el trabajo, la historia y el recurso natural de los habitantes de los pueblos que hoy, con sus proyectos, son el motor de la recuperación de estas localidades que se abren a una realidad muy positiva.

La obra de teatro, cuyo guión, obliga a recorrer el pueblo, los bordados y bombones artesanales de Catita, la panadería, la picada en el almacén de ramos generales que están revalorizando son las piezas fundamentales que están haciendo realidad un sueño: que Dufaur pueda mostrarle a más personas cómo es eso, de vivir dentro de una postal.

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