El turismo rural comunitario como viabilizador para la revalorización de culturas y recursos. La importancia de imprimir vivencias y compartir saberes.

Autores: Gallo G. – Peralta J.M. 

Lic. Graciela Inés Gallo. Licenciada en Comunicación Social con especialización en Turismo Rural y Desarrollo local Sustentable. Docente y extensionista universitaria (UBA) / Lic. Juan Manuel Peralta. Licenciado en Turismo con especialización en Turismo Rural Comunitario. Facilitador de proyectos en comunidades rurales de la provincia de Chubut.

Ponencia presentada en las IV Jornadas de Turismo y Desarrollo “Innovación como elemento diferenciador”, Facultad de Ciencias Económicas, Univ. Nacional de La Plata. La Plata, 3 y 4 de septiembre de 2014

 

 RESUMEN: El Turismo Rural Comunitario en los poblados más alejados de las grandes ciudades renueva la confianza de las personas involucradas, quienes tienen la posibilidad de hacer de su labor cotidiana un atractivo turístico que genere ingresos complementarios para una mejora de su calidad de vida y la de sus familias. Este despertar de las comunidades rurales comienza cuando se sienten orgullosos su cotidianeidad que es por sí misma un gran atractivo para cientos de personas que buscan, y cada vez más, la interacción con la gente local y el conocimiento de su cultura.


Generar proyectos de Turismo Rural Comunitario en los poblados más alejados de las grandes ciudades renueva la confianza de las personas involucradas, quienes tienen la posibilidad de hacer de su labor cotidiana un atractivo turístico que genere ingresos complementarios para una mejora de su calidad de vida y la de sus familias. Quienes tienen el desafío de acompañar a los municipios y parajes rurales de Argentina, en el aventurado camino de la apertura al turismo rural comunitario, ponen a prueba sus conocimientos y practican habilidades que requieren entrenamiento como la capacidad de escucha, la curiosidad y la empatía, esenciales para la obtención de resultados favorables y en marcos de sustentabilidad.

El desarrollo del turismo sostenible responde a las necesidades de los turistas y de las regiones receptoras presentes, a la vez que protege y mejora las oportunidades del futuro. Está enfocado hacia la gestión de los recursos de manera que satisfagan las necesidades económicas, sociales y estéticas, y a la vez que respeten la integridad cultural, los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas de soporte de la vida. El turismo en las regiones donde se desenvuelve es un factor de desarrollo local determinante, al ser una actividad generadora de divisas, multiplicador del gasto del turista, y generadora de empleo, entre otros beneficios que trae consigo para el aumento de la calidad de vida en los territorios. (Lorenzo L., Morales G, 2014)

Con frecuencia el solo hecho del acercamiento de formadores, técnicos e instituciones que demuestran interés en el crecimiento local y regional origina cambios, vinculaciones y expectativas. La novedad y los espacios de trabajo que se pueden proponer incentivan el intercambio de conocimientos, el debate de visiones y el análisis de posibilidades que les son propias por contar con capitales identitarios (culturales, productivos, históricos y naturales) y que permanecen latentes a la espera del redescubrimiento y la valoración.

En este contexto, la fauna doméstica y silvestre ofrece oportunidades de diferenciación posibilitando situaciones de interacción positiva con visitantes de las ciudades para sembrar en ellos un espíritu de cuidado del entorno. Contar lo que hago, cómo lo hago y cuál es el vínculo con la naturaleza anima a otros a investigar, a prestar atención, a ser permeables a sensaciones y experiencias nuevas. Este aumento de la receptividad predispone a la incorporación de nuevos conceptos y a la escucha atenta de historias y experiencias. Está en los pobladores locales la habilidad de aprovechar estos momentos para “enseñar a mirar”, “enseñar a cuidar” y “trasmitir valores”.

¿Qué diferente es para un niño no solo descansar en una cabaña o casa de familia, sino vivir una experiencia con luces de linternas para la búsqueda nocturna de lechuzas y murciélagos? ¿Qué impresión distinta se imprime en ellos si en lugar de llegar y ver los caballos ensillados pueden participar del proceso de prepararlos para la cabalgata al tiempo que quien guía la actividad va explicando qué le gusta y qué no al animal, de qué se asusta y qué importante es como un fiel compañero en las tareas diarias? ¿Con qué fortaleza y compromiso crecerá ese mismo niño a sabiendas de que la naturaleza tiene mucho más para ofrecer en su lugar de origen que en grandes plantas industriales?  Las actividades recreativas en ámbitos rurales dejan en las personas experiencias que perduran por muchos años, sin importar la edad, y despiertan pasiones que indefectiblemente pasan de generación a generación. La pregunta que debemos hacernos es ¿de qué manera podemos ayudar a otros a conocer lo que conocemos para que también ellos puedan valorarlo y protegerlo? La respuesta se encuentra en el saber de los locales, en la trasmisión de conocimientos, en el compartir lo que se presenta como cotidiano pero que para otros no solo es algo digno de ver, sino que están dispuestos a pagar por ello, por una vivencia compartida, por una experiencia diferente, por un momento que puedan mostrar a otros al regresar a su lugar de origen (el “yo estuve ahí” que establece la diferencia).

No se trata solamente de mostrar lo qué estamos viendo, sino de compartir sentires e inquietudes, amores y pasiones, cultura e identidad.

El turismo sostenible es aquel que atiende a las necesidades de los turistas actuales y de las regiones receptoras y al mismo tiempo protege y fomenta las oportunidades para el futuro. Se basa además en el respeto a la cultura nacional y sus expresiones territoriales y en la integración de las poblaciones locales al desarrollo de sus actividades, contribuyendo así a la elevación de la calidad de la vida de los seres humanos. (OMT, 1993)

Actualmente se manifiesta una mayor valoración social de la vida rural, del modo de apreciar las actividades de los actores sociales, de sus productos típicos y de los paisajes naturales, y una creciente preocupación por el cuidado del medio ambiente, a la par que deja de considerarse al campo sólo como sostén de la producción agropecuaria en un medio ambiente en el que se encuentra tranquilidad y naturaleza, otras culturas y tradiciones.  La oportunidad de vincular prácticas cotidianas rurales con la recreación en un medio natural aporta a la promoción del desarrollo local, al fortalecimiento y articulación de negocios competitivos con sostenibilidad ambiental y a la viabilidad económica, valorizando al mismo tiempo el conocimiento tradicional y cultural local. (Vieites, González, Gallo, 2014)

Desde el pensar los proyectos, hasta su implementación y permanencia, así como en las instancias de desarrollo y crecimiento, es esencial el trabajo interdisciplinario y la comunicación intensa entre los actores (comunidad, instituciones, gobierno, sector privado); así como el abordaje intergeneracional (niños, jóvenes, adultos y ancianos).

Por razones básicamente económicas los jóvenes rurales son víctimas de una migración necesaria para su subsistencia, pero a la vez son la clave del desarrollo local en el proceso de apertura al turismo. Tienen el empuje que se requiere y la ilusión muchas veces intacta como para emprender proyectos, llevarlos adelante de manera exitosa y animar a otros a que se sumen.

La posibilidad de que los actores interactúen tomando decisiones conjuntas a nivel del destino remite a un nexo cooperativo fuerte, donde se requiere la capacidad de visualizar el destino turístico como un todo complejo y ser conscientes de las interrelaciones que afectan cada actividad. (Lorenzo L., Morales G., 2014)

De las experiencias vividas y documentadas en el territorio argentino el caso Sierra Colorada (Trevelin, Chubut) es un ejemplo de comunidad rural que está apostando al desarrollo turístico. Cuenta con similares características a otras comunidades rurales; un importante acervo cultural reflejado en recursos intangibles de gran valor y la ubicación en un escenario natural de grandes características estéticas, paisajísticas y naturales.

Sierra Colorada cuenta con aproximadamente 200 habitantes estables, se encuentra en el sector Cordillerano de la Provincia del Chubut pertenece al Municipio de Trevelin, su historia data de principio de Siglo y su población es producto de la interacción entre inmigrantes chilenos y europeos (galeses) y habitantes originarios (mapuches y tehuelches). Entre sus principales atractivos se encuentran la Laguna Las Mellizas, la Tortilla al Rescoldo, la ubicación en el Bosque Andino Patagónico, las prácticas cotidianas (carros tirados por bueyes para trasladar leña y las prácticas equinas) y las expresiones culturales Mapuches (telares y fabricación de instrumentos musicales), entre otros.

Un grupo de jóvenes abocados y comprometidos con su lugar se encuentra trabajando en la generación de diversas actividades que pongan en valor los atractivos mencionados, su idea es quedarse en su lugar de origen, mostrar lo que es suyo con un gran orgullo y obtener los beneficios económicos que de esta actividad se desprenden.

El proceso de creación de nuevos productos turísticos comunitarios se centra en tres pilares fundamentales: principalmente la organización social donde los jóvenes cumplen un rol fundamental como motores del desarrollo; la valorización de productos identitarios que permitan afrontar el mercado turístico con una gran fortaleza que singularice el destino; y la puesta en valor de atractivos naturales y culturales que sean los pilares del producto turístico. (Peralta J.M., 2013)

Es muy importante la integración regional, ya que generalmente, y tal es el caso de esta zona de la provincia del Chubut, no son comunidades aisladas, sino que comparten el territorio con otras muchas veces hermanadas y con lazos históricos que las vinculan, no solo en su cultura y saberes sino también en aspectos productivos y cotidianos.

Nos encontramos con un panorama donde diferentes factores se encuentran alineados generando una oportunidad de desarrollo. Están las comunidades, sus saberes y cultura, los bellos escenarios naturales y la necesidad de abrir nuevos caminos a otra economía que no sea solamente la agrícola-ganadera (muchas veces limitada por la falta de espacio). Es en este contexto donde se inserta la actividad turística como una herramienta de desarrollo que logre combatir la migración de los jóvenes, que ponga en valor los recursos culturales y naturales (generalmente asociados), y que genere un ámbito de desarrollo comunitario donde todos los actores se vean beneficiados y con las mismas posibilidades de crecimiento.

Hoy las comunidades rurales tienen la oportunidad de acceder a la actividad turística, solo deben despertar y comenzar a sentir con orgullo que su cotidianeidad es por sí misma un gran atractivo para cientos de personas que buscan, y cada vez más, la interacción con la gente local y el conocimiento de su cultura.

El trabajo con comunidades en una Región Patagónica

Gran parte de los esfuerzos y trabajos mencionados anteriormente refieren al vínculo estrecho de referentes locales de la región andina de Esquel (Chubut) y las comunidades Mapuches que se encuentran en su radio de influencia.

En los últimos años, el acompañamiento hacia la revalorización y respeto por su cultura, organización social y saberes ha dado lugar a propuestas sólidas de turismo rural comunitario. Las familias, en sus respectivos grupos de pertenencia, se han organizado persiguiendo objetivos similares: generar ingresos adicionales a la actividad primaria para satisfacer necesidades básicas insatisfechas, retener a los jóvenes en su lugar de origen, mostrar a otros su cultura y generar fuentes de empleo con la recepción de visitantes.

Estos aspectos indefectiblemente derivan en el debate sobre la tenencia de la tierra, el territorio, y otros conflictos que son permanentes, lo que ha obligado de alguna manera a encarar los abordajes a campo y las relaciones con la comunidad priorizando aspectos que van más allá de esto y que destacan el valor de las personas por encima de la propiedad privada.

Una de las raíces de la conflictividad intrínseca que se da en la gran mayoría de las intervenciones estatales en relación a los pueblos originarios radica principalmente en que se impulsan desde una cosmovisión contrapuesta a la de las comunidades. La posición occidental dominante que sostienen los Estados Nacionales considera al territorio como un espacio abstracto, interpretado desde un punto de vista productivista –incluso de producción pasiva de beneficios ambientales-, sobre el que pueden segmentarse sus diferentes recursos (minerales, forestales y madereros, hidrológicos, etc.) e incluso aprovecharse alguno de ellos en detrimento de los otros, fundamentándose tal aprovechamiento en el sentido de propiedad de la tierra (sea este aprovechamiento público, o –como se da en la mayoría de los casos- privado). El sentido de propiedad se invierte desde la perspectiva de los pueblos originarios: en primer lugar, la propiedad no es individual sino colectiva, de la comunidad, y en segundo lugar no es la tierra y sus recursos los que pertenecen al hombre, sino el hombre el que pertenece a la tierra (Mapu). Es desde esta cosmovisión que se impulsan los distintos usos del territorio, sean estos residenciales, productivos, ceremoniales, etc. El hombre y sus instituciones no son, por tanto, autoridad sino sujetos de determinación territorial. Desde la cosmovisión del pueblo mapuche, la tierra perteneciente a la comunidad, la “anën mapu” (tierra donde estamos sentados) -la cual no se identifica con el territorio mapuche total, sino con la propia reserva y su centro ritual- se ocupa por mandato divino (Demarchi, G., 2006) y la soberanía de las mismas se basa en las autoridades tradicionales, y no en las autoridades políticas designadas desde el Estado. (Luna, J.P., 2010)

En el Convenio 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) se establece el rol que deben ejercer los estados hacia la revalorización de la cultura de los pueblos originarios y el compromiso que deben asumir los distintos organismos nacionales para asegurar su inclusión en los sistemas sociales con los que conviven.

Esta acción deberá incluir medidas: a) que aseguren a los miembros de dichos pueblos gozar, en pie de igualdad, de los derechos que promuevan la plena efectividad de los derechos sociales, económicos y culturales de esos pueblos, respetando su identidad social y cultural, sus costumbres y tradiciones, y sus instituciones; c) que ayuden a los miembros de los pueblos interesados a eliminar las diferencias socioeconómicas que puedan existir entre los miembros indígenas y los demás miembros de la comunidad nacional, de una manera compatible con sus aspiraciones y formas de vida. (art. 1, OIT 1996)

Impulsar proyectos de turismo rural hacia el desarrollo local de las comunidades originarias es un desafío permanente para quienes trabajamos en el interior del país y a la vez constituye una gran satisfacción al ver que detrás de grandes esfuerzos se ven resultados positivos para su incursión y crecimiento.

El art 7 del mismo convenio de la OIT establece que «Los pueblos interesados deberán tener el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la medida en que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo posible, su propio desarrollo económico, social y cultural. Además, dichos pueblos deberán participar en la formulación, aplicación y evaluación de los planes y programas de desarrollo nacional y regional susceptibles de afectarles directamente».

Las acciones y proyectos que se mencionan a continuación se han basado en el respeto por los intereses de cada una de las comunidades y en las disposiciones nacionales e internacionales que velan por un desarrollo sostenible acorde a cada una de ellas.

Dos comunidades. Dos proyectos.

Promoviendo el fortalecimiento de la oferta turística regional, el desarrollo responsable de proyectos turísticos en beneficio de las comunidades, y el trabajo mancomunado (codo a codo) con los actores intervinientes, se exponen a continuación dos casos en los que el turismo rural está dando frutos y repercute positivamente, generando oportunidades hacia el crecimiento social y la recuperación de valores culturales que se consideraban “perdidos”. De igual manera, se menciona en cada uno de ellos la incorporación de recursos naturales a la propuesta turística a modo de concientizar a los visitantes sobre su importancia para las comunidades originarias y para la sociedad toda.

Proyecto de Turismo Rural de Alto Río Percy

El paraje de Alto Rio Percy se encuentra dentro del Ejido de la ciudad de Esquel, ubicado a 15 kilómetros de su radio céntrico.

Esta línea de acción comenzó en año 2012 mediante una primera etapa de capacitación a la población local. Los pilares mencionados anteriormente se cumplieron, en principio se identificaron y jerarquizaron elementos de la producción local, donde el producto valuarte lo constituye el Jamón de Capón, se pusieron en valor recursos naturales tal es el caso de la Piedra de Aguja (sendero de trekking y rappel) y el Rio Percy, se valorizó la cultura del carrero[1] mediante la creación de un logotipo, slogan (“lugar de carreros”) y un proyecto de Portal de Acceso que evoca los carros utilizados. Por último, se cumplió el objetivo de organización social mediante la creación de la Asociación de Productores de Agroturismo de Alto Rio Percy, integrada por las 24 personas que asistieron al curso de capacitación.

El objetivo final de este proyecto es la creación de un circuito integrado por cada una de las viviendas de los pobladores participantes, ya sea mediante la prestación de un servicio o la venta de productos regionales. Generando de esta manera un valor agregado que permita al visitante conocer y entender el estilo de vida mediante la interacción con los pobladores.

Hoy los pobladores se encuentran trabajando en pos del desarrollo turístico y productivo de su lugar, los jóvenes se están capacitando para ser guías y/o llevar adelante sus proyectos y las mujeres tienen cada vez más protagonismo en el crecimiento del paraje.

La producción local se centra en:  artesanías en madera, guiados turísticos, dulces caseros, vinagres y aceites saborizados, licores con hierbas del lugar, aperitivos, y en su producto “estrella”, por su valor identitario vinculado a la cultura productiva local, el Jamón de Capón de Alto Río Percy.

Feria TOKOM TOPAYIÑ. Comunidad Nahuelpan.

La comunidad Mapuche-Tehuelche Nahuelpan se encuentra dentro del ejido de la ciudad de Esquel, aunque su historia data de fechas anteriores a la fundación de la ciudad. Desde 1880 año en que llego Francisco Nahuelpan y creo su “tribu” la comunidad se ubica a los pies del Cerro Nahuelpan, sufrió en el año 1937 un cruel desalojo de sus tierras en manos de oligarcas locales y un estado cómplice. En el año 1948 se le restituyen partes de sus tierras y es hasta el día de hoy que la comunidad se mantiene fuerte, rescatando sus aspectos culturales cada día. En el año 1995 uno de los principales productos turísticos de la región, La Trochita, llega a Nahuelpan utilizando la estación de tren de la comunidad como escala de la excursión.

Este trabajo comenzó en Marzo del año 2013, cuando un grupo de pobladores interesados en el desarrollo turístico comunitario comenzaron a reunirse teniendo como principal objetivo la apropiación de La Trochita como recurso y la obtención de los beneficios que de ella se desprenden.        

En principio la organización se dio mediante la conformación de un grupo de trabajo integrado por 10 pobladores, todos habitantes de la comunidad. Se creó la Feria Tokom Topayiñ (en lengua mapuche significa Juntos Podemos), acondicionando una de las casas ubicadas en la estación de Tren. De esta manera cada vez que se realiza la excursión los pobladores locales ofrecen diferentes productos y servicios, entre los que se destacan las hierbas medicinales, dulces, licores, ñaco (infusión mapuche), tranan chazi y trapi chazi (sales mapuches), bebidas, tortas fritas, roscas, guindados, souvenirs, entre otros.

La feria le está aportando un valor agregado a las excursiones que se hacen en el tren de trocha angosta ya que el visitante puede conocer y enriquecerse a través del conocimiento de la cultura, estilo de vida y producción de Nahuelpan. Generando una interacción donde se llevan no solo un recuerdo tangible (productos) sino también intangibles que surgen de los diálogos y vivencias en el espacio de la feria Tokom Topayiñ.

CONCLUSIONES

La tendencia actual de las corrientes turísticas a nivel global nos muestra que cada vez más se buscan escenarios naturales prístinos con valores culturales asociados a ellos. La Patagonia Argentina es un gran territorio que de a poco está abriendo sus puertas al turismo, se encuentran en ella múltiples comunidades originarias que han sobrevivido a los avasallamientos de los “civilizados”, otras se crearon en el transcurso del Siglo XX por inmigrantes que buscaron en la Patagonia un nuevo estilo de vida.

Hoy estas comunidades rurales de la región sur de Argentina encierran un gran valor turístico potencial, ubicadas en increíbles escenarios naturales y con una historia en la relación hombre-naturaleza que se expresa en la identidad de cada una de ellas. Es muy importante destacar que lo cotidiano para las comunidades rurales es lo atractivo para el visitante.

De esta manera no se debe imponer, ni crear nada nuevo. Simplemente se deben poner en valor los aspectos diarios, cotidianos, históricos y la relación con la fauna y flora locales que representan la vida de las comunidades. Las ideas deben surgir por consenso, desde adentro hacia afuera.

Sin lugar a dudas podemos afirmar que un importante componente del turismo rural, además del entorno, lo conforman las comunidades locales y el poblador local como garante de la autenticidad de las expresiones culturales y étnicas del territorio. Estas comunidades debe ser objeto imprescindible de apoyo y valoración.

En el mismo sentido se debe buscar promover en jóvenes un liderazgo emprendedor con conciencia social, que les permita reconocer y desarrollar sus habilidades y capacidades emprendedoras y aprovechar aquellas oportunidades en su entorno, fomentando el trabajo organizado para la conformación de PYMEs del sector turístico, con arraigo local.

Por último, el trabajo en las comunidades rurales de la Patagonia a demostrado que el rol histórico de la Mujer como hacedora de todas las tareas del hogar, hoy se refleja en una fuerza y motivación que la convierten en el principal motor de todo proyecto de turismo rural comunitario.

GIG – JMP / Argentina, agosto de 2014/

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Bibliografía

– Demarchi, G.  Conflictos en la gestión del territorio: el caso de la comunidad mapuche de Lago Rosario. (2006)

– Gallo, G. Efectos del turismo rural sobre la psicología individual y comunitaria. I Congreso Internacional de Psicología Rural, Posadas, Misiones. (2013)

– Lorenzo Linares, H., Morales Garrido, G. Del desarrollo turístico sostenible al desarrollo local. Su comportamiento complejo, Universidad de Ciego de Ávila (Cuba) En Revista Pasos, Vol 12 nro 12 Págs. 453- 466 (2014)

– Luna, Juan Pablo. Marco Jurídico en el que se inscriben los derechos indígenas. Inédito. (2010)

– OIT. Convenio Nro. 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes. San José, Costa Rica. (1996)

– ONU, OMT y otros. Conclusiones. Iª Conferencia Mundial para el Turismo Sostenible. (Lanzarote, 1995)

– Crova, J., Peralta, J.M. Proyecto de Turismo Rural de Alto Rio Percy. II Foro Latinoamericano de Desarrollo Sostenible, Rosario, Santa Fé. (2013)

– UBANEX 2013/ 2014: Puesta en valor de fauna silvestre en emprendimientos de Turismo Rural en Argentina (Dir. Vieites, Carlos M. – UBA)

– Vieites, Carlos M.; González, Olga M.; Gallo, Graciela I. Valorización responsable de la fauna doméstica y silvestre en actividades de recreación del consumidor urbano. II Jornadas de Extensión Universitaria del MERCOSUR, Tandil (Abril 2014).

Otras de referencia

  • Gallo, G., González, O., Vieites, C. La extensión como herramienta para el agregado de valor a las actividades relacionadas con fauna silvestre. Edición propia. (2013)
  • Ricaurte Quijano, C. -2009- Manual para diagnóstico turístico local. Editado por Escuela Superior del litoral. México
  • Roman,F., Ciccolella, M. Turismo Rural en la Argentina: concepto, situación y perspectivas. Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). http:/www.iica.int. (2009)

 

[1] El Carrero es el nombre que se le da a la profesión que consiste en la extracción de leña del bosque mediante la ayuda de un carro tirado por Bueyes. Esta profesión fue el sustento de los habitantes de Alto Rio Percy durante el Siglo XX y hoy se expresa en su principal elemento identitario.

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