(Graciela Gallo) El turismo basado en criterios de sustentabilidad se ha convertido, afortunadamente, en una tendencia creciente a considerar para el desarrollo de la oferta en Argentina. Esto va de la mano con dos ejes esenciales: una demanda creciente de este tipo de productos y una mayor conciencia ambiental y de valoración local por parte de los emprendedores.
Las propuestas van desde grandes emprendimientos en entornos naturales con incorporación de actividades que se vinculan con las comunidades y saberes del entorno, a productores de pequeña y mediana escala que muestran su forma de trabajar la tierra, criar animales, producir alimentos, hacer artesanías, entre otras en las que los turistas participan activamente.
Hay en estas opciones un reconectarse con la naturaleza, descubrir nuevas culturas, vivir experiencias que están lejos de la tradicional propuesta sol, playa o montaña, pero que la atraviesan transversalmente. Cuando un turista decide invertir en una propuesta rural, de naturaleza, con identidad local, está colaborando directamente con la generación de empleo para familias que pocas veces obtienen en su lugar de origen una forma de desarrollarse y mantenerse en esos espacios. Ambas partes se enriquecen, quien ofrece la actividad turística y quien la recibe. Hay un intercambio de saberes, de formas de ver la vida y de la manera en la que los seres humanos convivimos con el entorno.
Cada vez que un turista opta por comprar propuestas en las que las personas que habitan el amplio territorio de nuestro país participan, desencadena un gran número de beneficios que exceden las ganancias económicas. El contacto con los visitantes revaloriza a los anfitriones rurales, les da nuevos motivos para levantarse con alegría cada día y los ayuda a mejorar sus productos turísticos. A más afluencia de visitantes, más integrantes de la familia participan y se renuevan los contactos con otros oferentes del destino, con los cuales se puede articular esta demanda. Se fortalecen, así, los entramados sociales y productivos locales, permitiendo redescubrir que el trabajo asociativo da mejores resultados para más personas.
El boca en boca (o boca oído) es la clave de difusión de estas propuestas vinculadas directamente a la sustentabilidad en sentido amplio, integrando los tres ejes: económico, social y ambiental. Las vivencias se imprimen por meses, a veces toda la vida, ya que se vinculan a múltiples motivaciones de viaje: descanso, búsqueda de nuevas experiencias, recordar historias de la infancia, reconectarse con las raíces, descubrir otra gastronomía, indagar sobre corrientes migratorias, animar a los hijos que se crían en la ciudad a descubrir otros estilos de vida, etc.
Si miran con atención, cerca de las ciudades más visitadas de Argentina hay más opciones que complementan y diversifican los destinos tradicionales. Allí hay oportunidades, aprovecharlas está en la agenda de los nuevos turistas, o de los de siempre, pero con una nueva concepción sobre en qué invertir su tiempo de ocio.
Particularmente, aunque muchas veces más agrestes que las ofertas convencionales, suelen ser opciones económicamente accesibles. A modo de ejemplo, un fin de semana (sábado y domingo), para una familia tipo de cuatro integrantes (2 adultos y 2 niños), con estadía, comidas y algunas actividades (cosecha de frutos, alimentar animales, participar en la elaboración de recetas típicas, compartir leyendas y relatos) ronda los 2.500 pesos argentinos, sin tener la necesidad de viajar más de 200 km de la ciudad de residencia. La oferta ha crecido y las opciones son variadas. ¿Qué vas a hacer el próximo fin de semana?
Aquí: Publicada en Argentina / Traducida y publicada por un medio de Brasil. / Publicada por México.