REVISTA EL FEDERAL – MI PUEBLO – NOTA
«EL CHURRINCHE» ES UN HOSPEDAJE RURAL QUE FORMA PARTE DEL GRUPO DE TURISMO RURAL NATURALMENTE LAS FLORES (BUENOS AIRES), EN EL QUE SE PROYECTA HACER UNA RESERVA NATURAL DE FLORA Y FAUNA RECREANDO UN PASTIZAL PAMPEANO. VIAJAMOS Y TE CONTAMOS CÓMO ES HOSPEDARSE EN UN LUGAR EN DONDE SE ESTÁ HACIENDO REALIDAD UN SUEÑO.
Texto y fotos: Leandro Vesco
“Quiero recrear un pastizal pampeano con laguna, El churrinche es la punta del iceberg”, allí donde vemos monte, Juan Carlos Sassaroli imagina un sistema de canales que alimentan a su soñada laguna, que es su obsesión. Sabe que una vez que el agua esté, los animales vendrán solos. Estamos en el medio del campo florense, donde por las noches no existe ninguna luz que opaque la vía láctea, y el silencio sólo es interrumpido por chimangos, lechuzas y el aroma del aire tiene un blend mineral y proteico. Aquí Juan Carlos y Silvia están construyendo su sueño.
El Churrinche es una cabaña con todas las comodidades, alimentada por energía solar, rodeada de monte y al lado de una centenaria tapera, que era la único que hallaron cuando llegaron a este rincón del mapa bonaerense. Alejada algunos kilómetros del centro de Las Flores, la cabaña es una isla en medio de un mar de pastizal. Juan Carlos y Silvia son un matrimonio que querían dejar la ciudad para construir un refugio en el campo, pero Jorge pretende hacer de este lugar una Reserva Natural de flora y fauna nativas. La cabaña funciona como hospedaje y mucho mejor que esto: es una platea preferencial para ver cómo se lleva a cabo un sueño de transformar un monte en un santuario natural.
Llegamos a la noche, la oscuridad no es total porque las estrellan guían. El auto avanza de a poco en un camino real solitario, la tierra se abre y de pronto aparece una tranquera, el azul profundo estelar deja ver la silueta de algunos árboles, una lechuza chilla: señal de que ya hemos sido descubiertos. Un peludo se esconde detrás de un cardo. Bajamos del auto y comprobamos que la naturaleza es exagerada hasta en su silencio, todos los latidos de todos los seres vivos se oyen en un interludio que produce una cosquilla en los oídos, arrulla, seda, fascina.
La idea es hacer aquí una reserva y recrear un pastizal pampeano, pero el campo no tiene laguna, aunque si un cañadón, y hasta aquí planea llevar al agua Juan Carlos por medio de canales que él mismo hace a fuerza de pala. Como todos los sueños, hay que entregar cuerpo y alma, pero fundamentalmente lo primero. “Estoy haciendo un pequeño estanque como prueba. Estoy aprendiendo, necesito que el agua circule” No quiere por nada en el mundo hacer una laguna artificial, “las lagunas tienen su ciclo biológico y las artificiales no cumplen con eso”. A la par construyó un enorme tanque australiano. El agua allí es fresca y mineral, bañarse allí hace bien. El oasis criollo está completo. “El celular, el sedentarismo, la mala alimentación, todo eso hace tanto mal. Hoy se llega al error de defender la alimentación sana comiendo vegetales, pero ¿Qué tan sano es, si en realidad estás comiendo fertilizantes y agrotóxicos”, se cuestiona mientras saca agua de su heladera a gas. En “El churrinche”, la soberanía es plena, alimentaria y energética.
“El primer objetivo era hacer un cerco vivo. Porque no puedo tener animales acá a la vista de todos porque los cazadores te los matan. Y en esto estoy trabajando desde hace años, en hacer un cerco vivo con especies nativas, no quiero ningún ejemplar exótico, y cada especie es un desafío”, la experiencia de hospedarse en El Churrinche obliga a seguir a Jorge y su sueño, entonces caminamos por el campo, pero hasta cierto lugar, paramos: “Allá hay una Cina Cina, la planté hace unas semanas y brotó” La alegría contagia, la naturaleza da premios a quienes la tratan bien y se esmeran. “Me enamoré de este lugar”, se confiesa Juan Carlos de regreso a la cabaña. Los churrinches son pequeña aves negras con el copete colorado, antes de entrar pasa uno, se posa sobre un poste, nos ve, y sigue vuelo. En la galería, Juan resume aún más el sentido de este hospedaje rural que sueña con ser una Reserva Natural: “Algo que me interesa igual o más que el turismo rural es la educación de la gente del lugar con respecto a su medio. Que los chicos de acá vean que no tienen que ir a cazar. Trabajar con la educación de la zona para que amen a sus propios animales y no los maten”
Juan Carlos, que es veterinario, naturalista y trabaja en la Reserva Ecológica de la Ciudad de Buenos Aires se ilusiona con su proyecto. “Quiero hacer un santuario en serio de animales que nadie quiera, algunos discapacitados que antes de ser eutanasiados puedan venir acá a seguir viviendo. Los biólogos a veces ponen el foco en la especie, en no contaminarla con estos ejemplares, pero esos animales que nadie quiere tienen derecho a seguir viviendo y yo los quiero traer acá” Acaso esta sea la matriz de El Churrinche, el de convertirse en un refugio para hombres y animales para recobrar la paz, la energía y las ganas de seguir formando parte de este ciclo natural que aquí se expresa despreocupado y feliz.
Informes: info@lasfloresnatural.com.ar
http://www.elfederal.com.ar/churrinche-el-hospedaje-rural-que-suena-ser-una-reserva-natural